La lengua, en nuestro caso la española, es de lo que nos servimos para comunicarnos la mayor parte de las veces. Gracias a ella podemos expresar no solo lo que vemos, sino lo que sentimos, lo que creemos, sabemos o suponemos que sucederá; con ella podemos crear realidades que no existen. La lengua nos ha permitido al ser humano organizarnos en una sociedad y nos permite día tras día formar parte de ella.

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La lengua, por tanto, tiene una importancia trascendental de la que no somos conscientes la mayor parte del tiempo. Esto conlleva, a su vez, la responsabilidad de conservarla y cuidarla, el compromiso de procurar un buen uso de ella mediante su estudio. La ortografía, en esta línea, vela por el establecimiento de un sistema de escritura homogéneo y eficaz que perdure en el tiempo. De esta manera, a ella se le atribuye el deber de conservar la inteligibilidad de textos tan importantes en la comunicación humana como son los escritos.

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El esfuerzo por mantener la herramienta más preciada que tenemos cada uno se encuentra en España con la Ley de Seguridad Ciudadana, conocida como "Ley Mordaza". Esta ley tiene como objetivo silenciar a la sociedad, al menos aquellas voces que menos interesan a las clases gobernantes. La palabra tiene el poder de cambiar las cosas y, por ello, ha sido perseguida en numerosas ocasiones a lo largo de la Historia. No podemos dejar que ocurra otra vez, no podemos permitir que se imponga el silencio del miedo, el cómplice de la injusticia.

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